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De la mano de la noche llego la desesperación a las faldas del Cerro El Centiela, un padre desesperado espera ancioso algunas noticias de su hijo extraviado hace más de 12 horas, el rostro siempre alegre y vigoroso del maduro atleta de 50 años se ha transformado de pronto en un rostro desencajado e injuto, su mirada hecha de ver su impotencia ante la situación. El lugar esta lleno de gente: Cuerpos de Rescate, Jeeps de Voluntarios, Familiares del muchacho perdido, etc. Nunca antes Cesar se había sentido tan solo entre tantas personas, y nunca un ausente estaba tan presente en sus pensamientos.
Si tan solo hubiera sido más duro con el muchacho se decia, y no lo hubiera dejado subir a este maldito cerro, nada de esto estuviera pasando, ¡Dios mio solo has que regrese y yo te juro que!.
En ese momento un timbre de voz femenino rompe el silencio, aquella simpatica mujer hace su aparición en escena y con su acento ligeramente nasal, organiza junto con el cuerpo de Rescate Estatal un ascenso al cerro el cual  revela la desesperación que se vive. Nada podría ser mas peligroso que eso, sin embargo los voluntarios estan anciosos de subir, dándole su nombre al fulano regordete del cuerpo de rescate que con ortografía deficiente los registra de uno en uno en su agenda improvisada.
Todavia mascando sus últimas galletas y embolsándose 2 o 3 barras de granola los chicos emprenden el arriesgado ascenso a la montaña, que poco a poco los absorbe en fila india, en sus oidos se disipa lentamente el bullicio de la base y en su lugar aparece el canto copioso de los grillos, se comienza  a escuchar los pasos arrebatados por lo sinuoso del camino, la adrenalina termina de estabilizar y surgen los primeros indicios de socialización en el grupo, Fernando Barba que capitanea la expedición se desplaza con fluidez por las abruptas veredas como si fuera un coyote en su habitad natural, él va al frente, se expone a las mordidas de las serpientes, pero por lo menos no lo golpean las rocas que ruedan al paso de la carabana. A medida que el grupo avanza el cuerpo entra en calor y con las primeras gotas de sudor un orgullo sincero emerge en las conciencias del grupo al saberce útil por la mas noble de las causas, ! salvar una vida humana!.
Quizás el reto mas trascendental que el grupo de los 9 ha enfrentado en su vida, una vida que hasta hace unas horas era monotona.
El plan consiste en llegar a la cruz y esperar ahí hasta la salida del sol y revisar cañon por cañon hasta que el muchacho aparezca. Dos fulanos en lo obscuro de la noche hacen su arribo como dos espectros de ultratumba, Manuel Valle los enfrenta cruza algunas palabras con ellos mientras Rafita y Adán observan de cerca aprovechando el resplandor de la luna la cual señorea impetuosa y borra del firmamento las estrellas.
-¿Erán polleros? dice David.
-Ssss, Manuel lo hace callar.
-Vamonos.
-Y que tal si estos camaradas lo atraparon.
-No creo son gente que va (pa´los), además me parece que ya los habíamos visto antes.
El grupo sigue avanzando y el Centinela comienza a develar sus poderosos cañones.
-Será mejor descender a ellos si queremos encontrarlo. Vamos dice Carlos y se unen Adán y David, Rafita intenta bajar tambien pero está exhausto ya que en el transcurso de el día recorrió la ruta un par de veces, ya en el fondo los tres gritan un poco atemorizados de escuchar su propia voz, esa voz propia que crees que suena diferente a todas las demas y por ende es ridicula, sin embargo el nombre de ¡Cesar! ¡Cesar! ¡Cesarin!, hace eco por cada valle .
-Hora de irse aqui no hay nada, !el que sigue!, de pronto frente a nosotros Jorge Zavala y Jorge Fernández aparecen, están agotados, el grupo se sienta buscando lugar entre las rocas polvorientas y el viento se empieza a dejar sentir, los dos Jorges van de regreso al campamento, han trepado el cerro por la parte frontal sin suerte alguna, dejan sus recomendaciones a Fernando» Busquen una botella de power ade, tapón negro de rosca normal sabor  mora azul»  y la búsqueda continúa.
Es ya de madrugada y el grupo llega  al lugar propicio para descansar antes de que amanesca, es una planicie terregosa de pequeñas piedras sueltas a excepción de una gran roca como de 2 metros la cual inexplicablemente llego ahi y sobre sale al relieve, ahí Memo se acomoda a descansar, su silueta se proyecta nebulosamente entre el suelo polvoso azotado por el fuerte viento que paso de ser agradable a ser una pesadilla, y transforma el transcurrir de los minutos en horas.
– Cualquier lugar de mi casa sería mejor que este, dicen los compañeros.
Los chistes por la situación que pasaban no se hacen esperar, la voz de Gilberto que esta tendido en el suelo cual largo es, suena con un timbre aguardentoso que le da al ambiente un aire picaresco. El celular de pulsera de Adolfo brilla por accidente y David decide ver la hora en su reloj 15 para las 5 am. la luna aún esta muy arriba como si estuviera fuera de tiempo y la salida del sol le fuera a sorprender en su huida por el horizonte.
Memo bajo de la piedra y se oculta detrás de ella tratando de refugiarse del frío el cual muerde sin compasión, dentro de poco 8 de 9 amigos se agazapan tras la roca a excepción de Adolfo el cual busco su propia roca cerca del barranco, cerca de la luna que parece inmovil, y la puedes agarrar con solo extender la mano. 5:15 hay que largarse de aqui, sigamos caminando es lo mejor, un fuerte aroma a mentol impregna el ambiente, inevitablemente viene a la mente lo que somos, y ¿Qué  somos? solo un grupo de corredores que hoy intentan ser héroes no importa que de manera anónima, el mentol aumenta la sensación de frío y el grupo se pone en marcha, a los pocos minutos de ir avanzando el cuerpo se calienta de nuevo. – ¡Vaya! por fin el frío mengua. Del lado izquierdo de lo que parece ser el lugar mas inclinado del trayecto dos pequeñas lucecitas brillan con intencidad como un par de luces (LED).
-!Miren es un gato montes!, dice Manuel. Dos lámparas más se unen a la de Manuel para alusar a la criatura,y es verdad ahí esta al acecho sin muestras de temor mas bien de sorpresa por los extraños que se atreven a urgar en su terreno. David esta asombrado, durante su niñez escucho hablar de esos felinos pero nunca pensó ver uno en esa aventura.
-¿Tiene el tapón negro? le pregunta el grupo a Memo, que ha descendido a un peligroso barranco, ¡Si! y tiene un poco de agua como dijo Zavala, surge una esperanza al pensar que estamos en el camino correcto, sin embargo la esperanza se esfuma con el aroma a lima-limón del envase, todos hubieramos deseado que oliera a agua asoleada,a lama o por lo menos a mora azul como dijo Zavala que era el sabor original.
-Definitivamente no es la botella que buscamos, !sigamos!.
El sol da sus primeros rayos, a lo lejos se ve Mexicali, sus caminos y canales, al sureste el pateón donde unas auras luchan por controlar su vuelo ante el fuerte viento que todavía sopla, la tarea apenas comienza, es hora de regresar a escanear hasta la última piedra, a los primeros barrancos, los primeros gritos ¡Cesarin! ¡Cesarin! es Gilberto y los de mas adelante que han comenzado a buscar.
-!Veo unas huellas!- grita David,  Fernando Barba regresa pero se ve cansado, esa podría ser la pista que buscamos, unas huellas que bajan por una vereda alterna.
-Yo bajare -dice David, aunque son dos cañones.
-Yo voy por acá- dice Carlos.
Serían los 7:20 am cuando el radio de Fernando despierta de su letargo, ya indicando bateria baja recibe un aviso de la base.
-¡ Vamonos ya lo encontrarón!
-¿Está vivo? dice David.
-No  me animé a preguntar.
-¡Ey! Carlos, ya lo encontraron, ! vamonos!.
El grupo ha cumplido, se dispone a descender, términó la búsqueda, sin embargo era inevitable no voltear a ver los cañones durante el descenso para ver si estaba ahí, como si todavía lo buscáramos.
-Buenos días, ya mero llegan les faltan como 2 horas -le dice Adolfo a un grupo de excurcionistas que suben el cerro llenos de motivación.
Los dedos gordos de los pies dolían como si fueran a reventar, las piernas comenzaban a temblar haciendo caso omiso al cerebro, como si fueran organos independientes al resto, por fin se logro llegar a la base, un abrazo a Cesar, su semblante estaba mejor aunque con un tono de piel entre rojo y negrusco pero sus ojos tenían vida de nuevo su hijo estaba bien y eso valia por todo el esfuerzo que había hecho el grupo, ese grupo que no tubo la suerte de encontrarlo pero si de buscarlo, como si se buscara a un miembro de su propia familia, vendrán momentos mejores o quizás peores pero nunca uno igual a este.
-¡Foto, foto! dice Susi.

¡¡Venga pues!! un instante en el tiempo.  

Fotos: Susana Susi.